El asesinato de la joven de 22 años, bajo custodia policial, causó conmoción y repudio en la sociedad iraní. Miles de personas salieron a las calles en los últimos días debido a la violencia policial.
A raíz de las revueltas, el Gobierno, por medio de la policía, impulsó una feroz represión para acallar las protestas, las cuales ya se cobraron tres vidas durante los disturbios.