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EDITORIAL | Percha y perejil, nunca más

Libertad para acceso a la salud pública, pero (sobre todas las cosas) un reparo de Justicia Social. El Senado de la Nación se pronunció a favor de la interrupción voluntaria del embarazo y abortar en nuestro país deja de ser un privilegio de clase.

Tuvieron que pasar casi 18 años para que los legisladores se dignaran a dejar de lado su moralina religiosa y poner el foco en lo que realmente ocurre: los abortos suceden. Antes se hacían en la clandestinidad, ahora se harán en el hospital.

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Porque no es lo mismo que la práctica del aborto la haga una persona con recursos económicos suficientes, a que una mujer utilice una percha o una rama de perejil para perforarse el útero. Por eso, es menester confirmar que ganó la igualdad de oportunidades. Aquellas que no tienen $12.000 para pagar la pastilla de misoprostol ya no va a morir en el intento de interrumpir una maternidad no deseada. Tampoco va a ser señalada por el credo religioso, que sin ton ni son utiliza sermones estigmatizantes para culpar a la mujer por tomar esa difícil decisión.

En 6 minutos y 23 segundos, la senadora Gladys González dio cátedra a la iglesia y a sus fieles. Lo dejó asentado en un debate que quedará en la historia: “sus creencias religiosas no pueden estar por encima de su función”. Ese pañuelo verde tan emblemático que hoy portan cientos de militantes feministas, surge gracias al aporte de las Católicas por el Derecho a Decidir (CDD). Quién lo diría.

Desde 1921, el Código Penal criminaliza a las mujeres que deciden no continuar con su embarazo. El artículo 86 establece los casos en los que no se debe penar esta práctica “cuando corre peligro la vida o la salud de la mujer, cuando el embarazo fue fruto de una violación o de un atentado contra el pudor cometido sobre una mujer idiota o demente”. Esta versión, después de idas y vueltas legislativas, es la que rige hasta hoy, es decir, hace casi 100 años. Esa cita refleja claramente que a los que piden aborto en casos excepcionales no les importan “las dos vidas”, sino que se oponen al derecho al goce y pleno placer sexual.

Pero años más tarde, una marea fuerte y hermanada comenzó a gestarse. Juntas, levantaron la bandera del derecho a elegir una maternidad deseada. La campaña tiene un fuerte anclaje territorial en todo el país, congrega a organizaciones y movimientos políticos, sociales y sindicales; organismos de derechos humanos, académicos y científicos; asociaciones y otros colectivos del campo de la salud, de la cultura, del espectáculo y de la comunicación, entre otros sectores. Tiene al pañuelo verde como signo de lucha argentina y a nivel mundial.

Fue gracias a la revolución de las abuelas, madres e hijas que la ley dejó de ser una utopía. El proyecto fue redactado y presentado por el Poder Ejecutivo Nacional como parte de las promesas electorales que llevaron a la Presidencia a Alberto Fernández. Tras algunas modificaciones, fue aprobado en la madrugada calurosa de este 30 de diciembre. Sí, a tan sólo un día de concluirse este 2020, año tan golpeado en el ámbito de la salud y en medio de una pandemia atroz.

Las inmediaciones del Congreso se vistieron de verde, donde miles y miles de pibas colmaron las calles, aplaudiendo en cada manifestación a favor de la IVE por parte de los y las senadoras que se pronunciaron hoy en el recinto. Una vigilia que se repite, pero esta vez con un final soñado: percha y perejil, nunca más.

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