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EDITORIAL | Feliz Día del Trabajador, para unos pocos

Como cada 1º de mayo, en todo el mundo se celebra el Día del Trabajador. Es en homenaje a los empleados que fueron asesinados en Chicago durante una huelga en la que exigían pasar de un régimen laboral de 16 horas diarias a 8. Todos ellos murieron ejecutados por la policía en una represión.

En Argentina, sólo unos pocos pueden tomarse el “feriado” y celebrar su día, ya que -hoy por hoy- casi la mitad de la población se encuentra precarizado, cobrando salarios de hambre, realizando un trabajo informal y más de 15 millones de personas no tienen empleo. Las consecuencias del Covid-19 aumentaron los parámetros negativos en medio de una dicotomía política y el dilema de elegir entre la salud y la economía. Eso sumado a los años de neoliberalismo en 2015 y 2019, donde los niveles de desempleo fueron in crescendo, alcanzando el más alto en los últimos 30 años. ¿Es un día para celebrar?

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Los trabajadores informales, paradójicamente, son las que más se esfuerzan para llevar un plato de comida a la casa y son los que menos ganan: levantarse a las 5 de la mañana, tomarse uno, dos y hasta tres transportes públicos para llegar a horario es una constante, una habitualidad que se hizo rutina en nuestro país, sobretodo el las zonas del conurbano y el Gran Buenos Aires. La falta de regulación y de oportunidades deja al descubierto un problema estructural de fondo, que viene arrastrándose desde hace años.

Así se viaja en el Tren Sarmiento todos los días.

Pero el coronavirus, sin dudas, acrecentó esta desigualdad. Los que más sufrieron más el impacto de la pandemia fueron los trabajos domésticos y la gastronomía.

Por un lado, en Argentina hay más de 1.300.000 trabajadoras de casas particulares, más de 3 de cada 4 trabajan en la informalidad. Un alto porcentaje de ellas está a cargo de hogares numerosos, con niños, niñas y adolescentes. Con bajos ingresos -que disminuyeron parcial o totalmente por las medidas de confinamiento obligatorio- y sin acceso a derechos laborales, su vulnerabilidad es mayor.

Talleres clandestinos pagan miserias a sus empleadas.

Por el otro lado, los comercios que cerraron sus persianas debido a la pandemia fueron alrededor de 90.000, cifra que alarma. Un comercio que se cierra implica empleados en la calle. La gran mayoría de los que trabajan en locales gastronómicos son jóvenes entre los 18 y 29 años, y son los que después hacen hasta cinco cuadras de cola para entregar un Curriculum, como se pudo ver la semana pasada en La Plata.

Según el último informe del INDEC, sólo 12,9 millones de argentinos poseen un trabajo en el país, de una población de 28,7 millones de personas que están en condiciones de hacerlo (no cuentan jubilados y menores de edad).

De los asalariados, el 63,7% pertenecen al sector “formal” de la economía y el 32,7% (2,7 millones de trabajadores) están en el sector informal. Por su parte, y el dato más crudo, 15,8 millones de argentinos no tiene empleo.

Cuatro cuadras de fila para dejar un CV en La Plata.

Las causas de la merma de empleo son múltiples: falta de oportunidades, de educación y el tipo de inserción laboral pueden condicionar. Esto influye tanto en los ingresos de un hogar, como el acceso a bienes y servicios públicos y privados que, en definitiva, determinan las posibilidades de desarrollo de las personas y la efectiva garantía de sus derechos.

La desigualdad socioeconómica está a la vista de todos. Gente pidiendo para comer y otras revolviendo la basura son una postal que se puede observar a diario tanto en las grandes ciudades, como en los pueblos con menos habitantes.

Las diferencias se evidenciaron incluso en las políticas de emergencia implementadas para combatir la pandemia: mientras que el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) y otras transferencias no condicionadas fueron la principal herramienta para alcanzar a la población informal, el trabajo registrado se resguardó mediante el ATP (Asistencia al Trabajo y la Producción), al tiempo que se facilitó el acceso al crédito para los independientes. Aún así no te obtuvo resultados favorables, para colmo, una segunda ola ya está inundando el país y todavía falta lo crudo del invierno.

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